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El jardín, porche y piscina. Lugar ideal para descubrir Mallorca. Excelente atención de los anfitriones

Hostal con encanto, muy bien situado, limpio y con todo lo que necesitas. Esta vez no pude utilizar la piscina pero en otra ocasión si, pequeña pero funcional. El gimnasio esta bien equipado, lo use todos los dias.

Habitación grande luminosa, el servicio muy amable y servicial. Esta en una ubicación buena y el tener parking propio hace que sea comodo. Nos facilitaron bicis para hacer rutas cicloturisticas que hay un montón y es una zona muy bonita en esta época del año, los campos todo muy verde .

En general no está mal, las instalaciones están bien, la zona de piscina es muy tranquila y casi no hay gente, es ideal para quien quiera desconectar y hay zonas de paseo muy agradable

El hotel, abierto la pasada primavera, está situado en una gran finca, en pleno centro de la isla, y cuenta con unas instalaciones modernas y magníficas, incluida la piscina exterior, idílica por su tranquilidad, vistas y puesta de sol. Dispone, además, de servicio de bar, exclusivo para los clientes del hotel. Hemos estado en agosto y coincidiendo algunos días con una ola de calor, pero el funcionamiento del aire acondicionado del hotel es perfecto y nos ha permitido dormir y disfrutar de nuestra estancia sin ningún problema. Además, nuestra habitación contaba con doble ventana en fachada y cubierta, esta última con persiana motorizada, que permitía la entrada de luz natural durante el día a toda la estancia Tanto los propietarios como el personal son muy amables y te hacen sentir como en casa. Para el desayuno o la cena, se puede optar por tomarlos al aire libre, en un amplio y bonito patio de la casa, del s.XIV, toda de piedra y extraordinariamente restaurada. En el desayuno las mesas están colocadas en zona de sombra y hay un bufet muy completo y una carta donde pueden elegirse sabrosos platos que hacen en el momento (tortillas con ingredientes a elegir, tortitas dulces...) y sin ningún coste adicional. En la cena, la iluminación del patio sobre las amplias fachadas de piedra, crea un ambiente mágico. Recomiendo las vistas a la gran puerta de acceso exterior. La profesionalidad y simpatía de Rafael, el maitre, y de su equipo, hacen que cenar allí sea realmente agradable. Tienen una carta con algunos platos locales, con toque original, no demasiado amplia pero con platos ricos y bien ejecutados. Varios entrantes, dos carnes, dos pescados (todo muy fresco) y postres caseros. Y después de cenar, aguarda una estupenda sorpresa: la posibilidad de tomar una copa en las alturas.

Desayuno muy completo, en una agradable ubicación con vistas a las montañas.

El pueblo es tranquilo y bien situado